sábado, 26 de noviembre de 2016

Pensamientos en voz alta (Participante del concurso "Con la música otra parte")


-No hay amor, o eso es lo que nos hacen creer.
(Un lingotazo de wisky directamente de la botella, la luz de la lámpara de suelo ilumina a un joven con expresión cansada, con la ropa más grande que su talla y una gorra sin capar.)
-La sociedad nos vende un amor de cuento, un amor perfecto pero, (se toca la frente sudorosa) es que no lo somos, somos humanos, y como tal, tendemos a cagarla siempre que tenemos esa posibilidad.
(Un nuevo lingotazo, cierra los ojos debido al ardor que siente en la garganta al bajar aquel líquido que bien podía pasar por matarratas, en la habitación, simplemente el sofá en el que está sentado y las sombras que se extienden hacia la oscuridad.)
-No hay amor y todo es porque lo han matado, esas películas de comedia americana que dicen que todo se arregla por muy jodida que esté la situación, que siempre existe una media naranja para cada uno, esas novelas de erotismo que muestran al macho alfa, hasta las propias películas pornográficas que hacen del sexo no más que un espectáculo con mala iluminación.
(Se levanta con las manos sobre su cabeza mirando a un punto fijo, a un público inventado).
-Ojo no me vayas a malinterpretar, me encanta ese porno del que me quejo, gran parte de mis letras de rap podrían asemejarse  a situaciones vistas en esos videos, pero yo al menos no soy tan crédulo como para pensar que eso es amor. Mi música se disfruta como un buen polvo (gestos indecorosos) del que sales casi sin sentido, (escupe al suelo sin preocuparse que le quede un rastro de babilla en la cara) pero mi música no es ley, es un pasatiempo, no es amor, no hay amor.
(Se vuelve a sentar tras soltar el aire de una vez, toda la energía parece habérsele ido tras la última frase, se echa a llorar tapándose la cara con las manos. Una imagen penosa en toda regla)
-Nos acostumbran tanto a que existe algo perfecto que cuando nos encontramos con la realidad de cara no sabemos qué hacer con ella. El amor es incierto, injusto, egoísta, loco.
El amor se acerca más a una patada en los güevos que a un revolotear de mariposas, es doloroso, es preocupante, es autodestructivo, y sin lugar a dudas, es reincidente.
Puede que no sea yo la persona más indicada para hablar de él, un rapero ya echado en años que no ha hecho otra cosa en su vida que quejarse en sus canciones, pero lo cierto es que eso es lo que se me da bien, quejarme de todo aquello que considero digno de ser mencionado, y precisamente por eso mismo estoy ahora como estoy.
(Se echa para atrás apoyando la espalda completamente contra el respaldo, le da un último gran trago a la botella y la lanza fuertemente contra el suelo rompiéndola en añicos. El olor inunda toda la habitación)
-¡Jodeeer! Nos creemos merecedores de algo que no está a nuestra altura, no hay amor pero si hay personas y decisiones, hay hormonas y sentimientos que varían como el viento en invierno, hay abrazos que duran siglos y lágrimas dirigidas a personas; dedicadas a personas.
No hay amor porque la imagen que tenemos de esa palabra no es real, pero ¿sabes qué? La realidad en este caso sí que supera la ficción, lo bonito no está en lo perfecto sino en aquellas imperfecciones que nos hacen ser quienes somos, en esos defectos que tanto le gustan a esa persona y no le gustan al resto, está en las preocupaciones sentidas no por ti, sino por ella.
La realidad es un continuo prueba y error, un continuo aceptarlo, un emborracharse hasta caer rendido para poder olvidarla y levantarse hecho mierda al día siguiente.
(Señala con sus manos los restos de cristal que hay esparcidos por el suelo.)
-Ella se lo llevó todo y me dejó a mí atónito, con mi corazón de blues, ese corazón que latía con un ritmo que ojalá no hubiera conocido nunca y que sin embargo, deseo volver a oír.
Es letal, es indeciso, es aleatorio, es certero y es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ahora pensaré que nada tiene sentido, que no va a mejorar nunca la cosa. Escribiré y recitaré diciendo que el amor no existe, cuando yo mismo digo que todos estos sentimientos de mierda que me fluyen por el cuerpo son precisamente eso, amor, no un amor comercial, un amor verdadero.
(Coge un cigarro de su bolsillo, uno recién liado y se lo pone en la boca, su cara se ilumina con el encendido del mechero)
Puede que sea un mal rapero, pero tengo alma de poeta, puede que sea un maleducado, un niñato que no sabe lo que quiere, un cerdo y un borracho. Pero si hasta yo he encontrado y he perdido, si hasta yo sé lo que se siente y esa zorra  del amor me ha alcanzado y cazado, si hasta yo he sentido su beso y me he vuelto adicto a sus labios… puedo decir con toda seguridad que pese a tener mucho de malo, demasiado en ocasiones;  Merece la pena.
No hay amor y aun así, atónito y con mi corazón que espera volver a sentir ese blues,  pienso y seguiré pensando que merece la pena.
(Se levanta y sin decir nada más apaga la lámpara tirando de la cadenita que queda colgando, queda todo a oscuras, a lo lejos se oye una puerta abrirse y cerrarse. Se hace el silencio)

lunes, 21 de noviembre de 2016

Sinsentido 3


El reloj se apaga como máquina que tuvo buena vida.

Su significado no para,

no es tangible y sin embargo tira de la prisa con la que todo acaba,

muere y no avisa,

y de la deprimente sonrisa sale la cara del que tiempo necesita,

buen humor, buenas formas, y medida.

Cuando sea viejo y tras el espejo quede el reflejo del recuerdo de un futuro ya pasado,

me quedare parado y me diré espabila,

el minutero se ha agotado,

sintetiza las imágenes fluidas que pasan por tu cabeza y mi alma necesita,

rememora pensamientos y vivencias sean reales o fingidas,

perseguidas sin alcanzarlas,

alcanzadas sin ser vistas.

El tiempo pasa es lo que importa,

lo logrado queda guardado,

rememorado “pa” cuando la parca venga,

olvidado una vez cansado de tanta tontería,

de estar en un mundo sin más salida que pagar al barquero

con tus vivencias y manías.

Por eso aprovecha, sueña, cumple, respeta, disfruta y no te quedes con las ganas,

que no existe botón de “Pause”

jueves, 17 de noviembre de 2016

La escalera de los cuentos (Primer escalón)

De repente me encontré que estaba en una escalera, no una escalera normal que cualquier persona hubiera podido ver antes en el mundo real, sino una enorme escalera blanca de un material parecido al marfil. Tan ancha como la mayor calle existente en la mayor ciudad del planeta tierra, y tan larga que no se podía ver su final escondiéndose y confundiéndose entre las nubes.
Me encontraba en esos momentos de pie justo al  primer escalón de dicha escalera. Debajo de mi, estaba situado el firme suelo de una gran plaza redonda adornada con columnas de todos los órdenes conocidos y por conocer. El color blanco se extendía por el pavimento hasta ellas como si de una única pieza se tratara. No pude ver ninguna calle o apertura entrar o salir de ella, solo estaba la escalera.
De repente un murmullo me hizo dar cuenta de que no estaba yo solo en ese extraño lugar, sino que a mi alrededor y mirándome fijamente, había una multitud de seres de todo tipo en los que no me había fijado antes pese a estar ocupando las tres cuartas partes de la plaza.  El cuarto restante, estaba ocupado por una grandiosa estatua de un perezoso apoyado en sus dos patas traseras y señalando con uno de sus dedos hacia lo alto de la escalera. De esta gran estatua construida casi seguro en mármol, tampoco me fije hasta ese mismo instante.
El murmullo cada vez fue a mayor, y decidí pararme un momento a ver a esas extrañas criaturas que no paraban de mirarme en lo que se susurraban las unas a las otras. Para mi sorpresa me di cuenta de que una gran parte de ellas eran animales de diferentes especies, erguidos  como la estatua del perezoso. El más cercano de estos, vamos a llamarlos cosos ya que lógicamente no se les podía llamar ni animales ni personas, estaba a unos dos metros de este primer escalón en el que me encontraba.
Este coso que se parecía a un cerdo, llevaba puesto un chándal para hacer deporte que, por su complexión prácticamente obesa, no parecía ser utilizado para esa labor. Estaba hablando, haciendo que esta situación fuera aun más extraña, con un gran león trajeado, con la melena toda ella engominada hacia atrás y con unos zapatos, que no debían ser mayores a los míos, que le cabían a la perfección. El murmullo que había en el ambiente era lo bastante alto como para impedir que se entendiera una sola palabra de lo que decían, pero aun así, cuando se dieron cuenta de que les estaba observando, se dieron los dos la vuelta y siguieron cuchicheando de espaldas a mí.
Tigres, ratones, patos, arañas, cocodrilos, comadrejas, hasta elefantes estaban en esta plaza sin salidas ni entradas rodeándome sin ninguna razón aparente. Criaturas extrañas que nunca antes había visto, mesas, sillas, relojes, guitarras y otros elementos inanimados que rompían en esos momentos con todas las leyes de la física hablando entre ellos, también estaban situados entre  la multitud. Brujas, magos, orcos, enanos, trolls… todo coso tanto animado, inanimado, existente o inexistente estaba en esos momentos a mi alrededor no haciendo nada más que murmurar los unos con los otros como si no estuviera.
No sabía qué hacer, no me atrevía a decir nada por temor a que eso me metiera en algún tipo de peligro, pero tampoco sabía a dónde ir ya que las dos opciones que aparentaba tener era subir esos grandes escalones o bajar ese único escalón para ponerme a la misma altura de suelo que aquellas criaturas.
Finalmente y tras un rato de pensar y aburrirme a la vez, sobre esas dos opciones, me decidí a bajar  ese único escalón, considerando menos arriesgado el estar más cerca de esos cosos a subir unas escaleras que giraban de un lado a otro y que se perdían entre las nubes.
Silencio, como por arte de magia todo se quedo en silencio, y las criaturas, sabiendo que iba a hacer algo, pero sin saber el que, se limitaron a mirarme. En ese momento trague saliva, los labios se me estaban quedando secos, empezaba a sudar sin saber por qué y las rodillas me empezaron a temblar. Levanté la pierna derecha lentamente para bajar el único escalón que me separaba de ellos, y deje caer mi peso sobre ella hasta volver a tocar suelo.
Sin saber cómo, todo dio vueltas a mí alrededor nada más bajar del escalón, encontrándome de nuevo de pie sobre este como si no hubiera intentado pisar el suelo de aquella plaza. No veía las caras de los cosos ya que había aparecido mirando hacia el segundo escalón, pero el sonido de los murmullos que se había transformado en un completo silencio paso a ser el sonido de cientos de carcajadas. Me di la vuelta, y allí estaban, con sus vestiduras aparentando ser humanos, tirados unos encima de otros riéndose con las dos manos, patas o lo que fuera que tuvieran, en sus barrigas (los que tenían)
Lo volví a intentar varias veces, pero siempre volvía a estar en la misma posición en la que había aparecido la primera vez, y en ese mismo primer escalón desde el que solo podía ver a esas criaturas riéndose, cada vez más alto.
-¡Por qué os reis! –chille el borde del colapso exigiendo una respuesta.
-Sabes que solo tienes un camino que seguir y te empeñas en lo contrario. –contestó el cerdo en chándal entre risotada y gruñido. - ¿Es que los humanos nunca aprendéis? Si se os mete algo en la cabeza, no sabéis decir que no aunque no tengáis razón. –siguió riéndose aunque yo seguía sin entender por qué.
-¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo he llegado a este lugar? –seguí lanzando preguntas una tras otra, todas ellas dirigidas al cerdo que era el que me había contestado.
-Estas aquí para escribir tu propio cuento, no importa cómo has llegado hasta aquí, sino lo que vas a hacer a partir de ahora. –apoyándose en la barriga de su compañero el león de traje, que también estaba tirado en el suelo riéndose como el resto de seres de esa plaza, se incorporó y señalo a la estatua del perezoso que tenía a su espalda la cual seguía señalando hacia donde se escondía la escalera por entre las nubes. –Tú decides si continuar o quedarte donde estas, que yo sepa no tienes más opciones.
Pese a no haber entendido lo que quería decir el cerdo con toda esa charlatanería entre gruñidos, y tras intentar  una última vez sin éxito bajar  de aquella gran escalera de marfil, mire hacia las nubes y me propuse realizar el primer paso.  Levante la pierna doblando la rodilla  y subí al segundo escalón sin que ocurriera nada extraño.
Me di media vuelta para ver por última vez a aquellos extraños seres a los que había llamado cosos pero para mi sorpresa me encontré con una enorme plaza redonda sin salidas con una enorme estatua de un perezoso de mármol en el centro, totalmente vacía. Habían desaparecido. Me fije por última vez en el perezoso quien ahora tenía la mano levantada en señal de despedida, y subí al tercer escalón seguido del cuarto, el quinto, el sexto…
Iba a ser un viaje muy largo.


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Despedida


Oriol volvió a su ciudad y descubrió que ya no era suya, todo había cambiado, muchos ya no quedaban y los que si lo hacían, tenían vidas muy distintas a las de antes, habían aparecido nuevas personas y situaciones en las que él ya no participaba.

La ciudad parecía igual, pero no se sentía como tal, sus recuerdos se habían quedado en eso mismo, recuerdos.

Oriol aceptó la realidad, y aunque aquello le generaba tristeza, sabía que el cambio era bueno, ya no pertenecía a aquel lugar, el futuro le esperaba en otra parte como una hoja en blanco por escribir, no había forma de estancarse en el pasado.

Orgulloso de haber vivido todo lo vivido en aquel lugar respiró fuerte una última vez y se despidió de todo lo que había conocido antes de meterse en el avión.

La vida sigue y el cambio se hace realidad evitando la monotonía y apareciendo la tristeza y la nostalgia. No es bueno, no es malo, está ahí y hay que aceptarlo, seguir adelante.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Sinsentido 2


A la espera de un respiro
que se mueve entre el suspiro
y el aliento embriagador de los gemidos.
Al acecho de un feedback que nunca llega,
de un regalo que ciega solo con la misma letra con la que se hacen los sentidos,
que solo caen, no vuelcan, desaparece entre las sendas.
A la espera de no ser más que correspondido en un mundo así de crío.
No me digas que no mienta, que no sienta la presencia de lo que pudo ser y no ha sido.
Que el amor es una meta para los que no me representan,
un lío.
Yo soy río,
Y como tal me reconozco en los arroyos que atrás crearon mi recorrido.
A la espera de llegar a la mar abierta que me deja sin sentido.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Sinsentido


Abro la ventana a una ciudad mojada por el viento,
por gotas de música relajante
por sueños aun en cubierto.
Abro la ventana a una ciudad con vida,
con historia dulcemente inconsciente cual amante que se va para no volver,
sin prisa.
Con un cielo abierto por las nubes cargadas de nostalgia.
Abro los ojos, despierto bostezo ante una realidad hueca por el miedo,
miedo a quedarse sin palabras,
a no estar cuerdo.
Suspiro y no entiendo.
Las lluvias caen pero no los versos
de una utopía desesperada, callada, resentida, amada,

Con respeto.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Chubascos


Deja de mirarte
como te miran los demás.
deja de mirarles,
déjate de comparar.

Nadie es importante,
elígete si hay que votar.
A la mierda no ser yo mismo
que se jodan, me da igual.

Respetando.
somos iguales, no lo olvides,
sigue pensando.
Mismos valores, que no ideales,
agobiados.
Por un sinfín de irrealidades,
disfrutando,
solo de vez en cuando.
solo un tiempo determinado,
que pasamos descansando
del día  sin matices.

Matices que te hacen sonreír
en el momento más indicado,
hacen que la vida merezca,
hacen que lo creamos,
ser feliz es lo importante,
sueña, recuerda, ríe, vive, y no te olvides.
El sol está tras los chubascos.




viernes, 4 de noviembre de 2016

De la materialidad del espacio y otros títulos que solo quedan bien.

Un arquitecto no es más que un gilipollas que se cree que sabe, no lo hace, pero es experto en volverse experto (algo bueno tenía que tener)

Un arquitecto no es más que un artistilla nivel profesional, alguien que es consciente de todo lo que le rodea, de la materialidad del espacio, de qué y cómo están hechas las cosas, cómo se sujetan, consciente del espacio que deja el vacío, consciente de las entrañas que conforma nuestro hábitat, consciente de una gravedad que se pasa por el forro.

Alguien que quiere tocar todos los palos teniendo que especificarse en algo determinado según vayan surgiendo los proyectos. No sabe de nada hasta el momento en el que necesita de ello, siempre estudiando, se apunta a todo.

Un ser engreído y egocéntrico que acepta su forma de ser, alguien fácil de odiar  por su propia estupidez como persona, alguien a quien admirar por su facilidad de buscarse recursos. (Más odiado que amado no nos engañemos)

Un arquitecto aguanta lo que le echen, un suicida por vocación que se cree más de lo que es, que duerme solo a días impares y despega los ojos del ordenador solo para ver como se ve el papel.

La figura del arquitecto tiene muchas cosas malas, muchas, pero se limitan a la persona que hay detrás, un arquitecto no es más que un gilipollas con la capacidad de hacer cosas que ni él sabía que podía hacer, por gusto personal, por amor a la naturaleza de construir cuevas cada vez más habitables y sorprendentes.