lunes, 4 de febrero de 2013

Autobús a ninguna parte.


http://www.flickr.com/photos/alialva/6540155801/in/photostream

Miro por la ventana trasera del autobús que me lleva a ninguna parte. Veo nubes de todas las tonalidades.
Nubes blancas como sabanas recién lavadas que se mueven y cambian de forma debido a un viento que aquí dentro ni veo, ni huelo, ni siento.
Nubes grises deseosas de llorar para vaciarse sobre los campos verdes, los arboles, las piedras y las montañas. Llorar para mojar a todas las personas que hay ahí fuera con distinta cultura, acento o incluso idioma.
Intento mirar al horizonte pero la vegetación no me permite ver a más de uno o quizá dos kilómetros de mi punto de vista. El sol no está por ninguna parte pero su luz se refleja en las gotas de rocío de los grandes campos de hierba mostrándome colores verdes, marrones, amarillos, blancos rojos...
Le saco una foto pero esta absorbe su alma no llegando a sentir nada cuando la miro. Me entran ganas de pintarlo, pero a desgracia mía no sé cómo hacerlo.
 Entonces me doy cuenta, cojo papel,  y me pongo a escribir lo mejor que puedo aquel paisaje desde la ventana trasera del autobús que lleva a ninguna parte.
“El proceso puede ser distinto para cada uno. El resultado puede cambiar dependiendo de la persona, pero el objetivo siempre es el mismo si se trata de este autobús.”

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