Un árbol deshojado,
una mesa sin mantel,
el aire amargo;
una carta por responder.
Un llanto oxidado
tras una guerra que perder,
un suspiro largo;
una sonrisa del ayer.
Saber que todo tuvo sentido en
un momento,
que este, al fin y al cabo, ni
piensa ni razona,
que a todos nos afecta, nunca
perdona,
que todos nos volvemos viejos
con el tiempo.
Los músculos ya no están, y sin
embargo pesan.
los huesos frágiles se vuelven,
pero sujetan,
a este hombre viejo y torpe que
no lamenta
haber tenido una vida digna,
larga e intensa.
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