miércoles, 9 de mayo de 2012

Dos Pájaros de un tiro


La vida es injusta, pero nadie hace nada para evitarlo.
No hay político que haga las cosas bien, no hay profesor que no sea un cabrón, y mucho menos hay nadie decente que quiera hacer ninguna de estas profesiones como es debido.
Bueno, a decir verdad he generalizado demasiado, al menos un noventa por ciento de los profesores son como he dicho, pero siempre está la excepción que confirma la regla, es decir, aquel que no dedica sus horas laborales a machacar a los alumnos, a decirles que va a dormir igual suspenda a cuantos suspenda o a mandar todos los trabajos que le sean posibles para no tener que dar una sola clase en condiciones.
Es ese diez por ciento de buenas personas el que merece la pena para los alumnos y por tanto, del que no se va a hablar en este texto.
Este texto va dirigido a los profesores que creen tener siempre la razón, a aquellos que saben que tienen poder de hacer lo que les da la gana con los alumnos sin recibir ninguna queja, a aquellos que les da igual lo que aprendan los alumnos mientras ellos sigan cobrando. Este texto va dirigido a ese noventa por ciento.
Un profesor, o mejor dicho, un mal profesor, se distingue por el porcentaje de suspensos que deja a su paso, al igual que actualmente un mal político lo hace por el número de parados y la cantidad de deuda que arrastra consigo.
Manteniendo ese mismo símil, un político le echa la culpa de su incompetencia al partido contrario, mientras que el profesor, con toda la cara del mundo,  le echa la culpa a la gran mayoría de alumnos por suspender.
Para un político su sistema de gobierno es el más importante de todos, aunque este no valga para nada.
Para un profesor su asignatura también es la más importante aunque eso signifique que los alumnos tengan que dejar todo para poder aprobarla.
Para un político un nuevo impuesto es una nueva forma de molestar al contribuyente.
Para un profesor el plan Bolonia es el mejor método de demostrar quién manda ahí.
Si el pueblo protesta, el político hace oídos sordos.
Si los estudiantes lo hacen, firman su sentencia a suspender.
Si un político no está a gusto con su posición no tiene más que meter mano al dinero que no le pertenece.
Si un profesor tiene un mal día, la toma con aquellos que tiene a su disposición y no pueden defenderse.
Al menos un noventa por ciento de los profesores  son unos incompetentes, y os preguntareis, ¿Qué es de los políticos?
Con ellos no hay ninguna excepción.
Si la mitad de mi clase suspendiera mi asignatura, seria síntoma de que no estoy haciendo algo bien”
 Frase de un buen profesor.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Pero supongo que hay que aprender a protestar igualmente, apostando al suspenso o no.

    Por lo menos algo tendremos que cambiar algún día. Si nos comportamos como un rebaño nos van a tratar como uno.

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