jueves, 2 de junio de 2011

Mi opinión

La religión, sea cual sea, está hoy en día mal vista por personas de todas las edades y todas las clases sociales. Ya casi ningún joven tiene fe en ninguna cosa y no andaría muy erróneo al decir que, una gran mayoría, no sabría decirme que es eso de tener fe en algo. La religión es, en definitiva, algo que en la actualidad está en peligro de extinción.

Yo soy creyente, y no me avergüenza decirlo pese a todo lo que puedan cuchichear otros de ello. Soy creyente y por lo tanto mi postura será, respetando otras ideas y creencias, la de alguien que sigue la fe y que ha tenido la suerte de creer sin razón alguna en un Dios que cuida de mí en todo momento.

Tal vez algunas, o por desgracia muchas personas se rían de ello, pero eso no me importa, ya que ni ellas mismas saben bien por qué lo hacen. Tanto en los malos como en los buenos momentos sé que hay alguien que guarda por mi apoyándome en todo y diciéndome que lo que pasó tuvo que pasar y que ahora me preocupe por mi futuro que es por el que debo luchar.

Al igual que muchos no entienden cómo alguien pueda creer en algo tal como la religión, yo me limito a pensar al contrario no entendiendo cómo alguien puede vivir sin algo tan necesario como esta. Si ya se nos hace dura la pérdida de un ser querido a aquellos que creemos en la otra vida, no puedo ni imaginarme lo que debe de sufrir aquel que no cree en nada más que en aquello que puede tocar y sentir físicamente.

Solo el mero hecho de vivir sin nadie a quien rezar y en quien depositar toda confianza en los malos momentos, o a quien agradecer los buenos, me es imposible saber cómo reaccionar no sintiendo desesperación y desconcierto por conocer la causa de mi existencia. Yo no me rio de aquellos que no creen, no podría imaginarme una vida tan sin sentido como la que tienen los que luchan solos en este mundo lejos de ser justo y perfecto. No siento necesidad de burlarme de aquellos que solo se tienen a sí mismos para afrontar todos los males y catástrofes que por desgracia ocurren con mucha normalidad. Simplemente puedo sentir tristeza porque no hayan tenido la suerte de nacer con la fe ya impuesta y esperar a que en algún momento puedan saber lo que realmente significa esa palabra.

Soy una persona normal, y yo creo que todos mis amigos y familiares pueden corroborar esta afirmación. No me diferencio absolutamente en nada del resto de gente, no destaco absolutamente en nada, y todo lo que sé fue gracias a un esfuerzo anterior. No me creo especial por ser como soy y no me meto con nadie por ser como es. La única diferencia que tengo con muchas personas es, que al igual que otra gente, creo en un Dios bueno y protector al que le debo todo. Esto es lo único que me diferencia de muchos y me asemeja a otros pocos, y aun así hoy en día esta pequeña diferencia que no hace daño a nadie es motivo de burla. Una burla por el simple hecho de no comprender y no sentir nada parecido al significado de la palabra fe.